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» Columna de Herman Granzow, Economista Jefe AFP Habitat. |
Cada vez que escuchamos que existen alzas en el precio del cobre nos tendemos a alegrar. Al ser nuestro principal commodity de exportación, y en general, ser percibidos como un país eminentemente minero, tiende a tener connotaciones positivas y negativas, dependiendo del ciclo en el cual nos encontremos respecto del precio de este recurso. Cuando se prevee que se vendrá un ciclo positivo, generalmente nos alegramos por ser un productor relevante pero cuando el precio está bajo, comienzan los cuestionamientos respecto de la baja diversificación de nuestras exportaciones e incluso culpando a la relevancia de la industria minera de este problema. En el gráfico 1 se observa como se mueven índices de confianza vs el cobre: un índice de confianza empresarial (ICARE), confianza del consumidor (U. de Chile) y el precio del cobre en London Metal Exchange: |
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Gráfico 1: Confianza de consumidores y empresas vs precio del cobre (media móvil 3 meses, base 100=01-01-2006), Fuente: AFP Habitat, Macrobond. |
Pero en general, contar con este recurso ha sido una bendición1, sobre todo hoy en día en que el mundo se estaría encontrando ad-portas de una revolución energética, donde el uso de vehículos eléctricos comenzaría a aumentar de forma relevante implicando el uso intensivo de mayores cantidades de cobre para su producción. Por ende, algunos de los principales impactos para chile asociados a un mayor precio del cobre son:
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Gráfico 2: Formación Bruta de Capital Fijo (“inversión”) vs precio del cobre. Fuente: AFP Habitat, Macrobond. |
Es así, como se hace muy relevante revisar qué factores se encuentran detrás de la fuerte alza observada para lograr sacar alguna conclusión respecto del potencial impacto de la fuerte aceleración en el precio observado. Pero primero, revisemos esta aceleración. |
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Desde los niveles mínimos observados durante los primeros días de marzo del año 2020, cuando se llegó a un precio de US 2,1, al cierre del mes de enero de este año, el precio ha subido a niveles de US 3,55, esto es un aumento de más de 69% (panel 2 del gráfico 3). Por ende, una parte del aumento del precio se debió a una recuperación a los niveles previo a la pandemia (donde el precio del cobre se había estado transando a niveles cercanos a US 2,70 los 12 meses previos). Cuando observamos como se ha comportado la oferta y demanda de cobre refinado en el primer panel del gráfico 3, se observa que desde la segunda mitad del año pasado hemos tenido una demanda (línea roja) que ha estado por sobre la oferta, lo que ha presionado al alza el precio. La pregunta radica en cuán permanente es la mayor demanda, si es solo un fenómeno temporal (reposición de stock) que implicaría que observaríamos nuevamente una demanda a la par con la oferta, o si por otro lado, se estaría observando una mayor demanda estructural derivada de un fenómeno de reconversión “verde”, donde de todos los metales utilizados para la generación, transmisión, almacenamiento y consumo, el cobre sigue siendo el denominador común. Por tanto, podrían existir elementos que respaldarían la tesis de una demanda por cobre a mediano plazo que estaría respaldada por la energía verde y el impulso hacia ella , ya que es significativamente más intensiva en cobre que la infraestructura tradicional basada en combustibles fósiles. |
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Gráfico 3: Oferta y demanda cobre refinado global (panel 1), precio del cobre (panel 2). Fuente: AFP Habitat, Macrobond. |
Para el argumento de “reconversión verde” como catalizador de una mayor demanda de cobre, la guinda de la torta fue la elección del presidente Biden en US que tiene un compromiso explícito de reconvertir a la economía de US. De hecho, uno de sus compromisos de campaña fue la construcción de cerca de 500.000 nuevas estaciones de carga eléctrica, así como potenciales exenciones tributarias al uso de este tipo de vehículos. Para poder dimensionar esta potencial demanda del cobre por electromovilidad y reconversión de los motores de combustión interna, es necesario comparar las diferencias en intensidad de uso de cobre entre estos vehículos: Un auto convencional utiliza 23 kgs (en promedio) de cobre, mientras que un auto híbrido utiliza cerca de 40 kgs de cobre, uno eléctrico cerca de 89 kgs y un bus eléctrico en torno a los 300 kgs3. En general, se ha estimado que por cada kilowatt-hora de una batería de litio (ion), se utiliza cerca de 1,2 kgs de cobre. A lo anterior, se debe considerar el cobre para las estaciones de carga, así como las líneas de cableado para poder alimentar de energía a estas estaciones. En el gráfico 4, se observa la producción de autos eléctricos. |
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Gráfico 4: Stock de autos eléctricos durante la última década, Fuente: IEA. |
Del gráfico anterior se puede desprender que el stock de vehículos eléctricos se ha movido desde menos de 20.000 unidades el año 2010 hasta cerca de 7,2 millones de unidades para fines del 2019, esto es, un crecimiento compuesto anual sobre el 90%. Estimaciones del IEA4, plantean que para el año 2030 se podrían observar dos escenarios para el stock de vehículos eléctricos: Uno con cerca de 150 millones de unidades y otro con cerca de 245 millones de unidades. El primer escenario es uno donde se supone que las políticas actuales de sostenibilidad se mantienen, y en el segundo, donde se asume que se alcanza la meta de lograr que el 30% del market share de vehículos sea eléctrico (esta meta es consistente con alcanzar las metas para frenar el cambio climático en el acuerdo de Paris5). Por tanto, si se toma un escenario hacia el año 2030 que se encuentre entre los dos escenarios planteados, esto es, que al año 2030 el stock de vehículos eléctricos sea cerca de 200 millones, implicaría una demanda por cobre que casi se duplicaría. Ahora bien, el gran problema es la oferta de un commodity como el cobre que posee horizontes de producción de largo plazo: Los proyectos de cobre greenfield (esto es, proyectos que parten desde cero), en promedio, actualmente demoran alrededor de 12 años en permitir, financiar y construir mayor capacidad. Pero además, acentuando el problema de oferta anterior, está el fenómeno de una calidad (o ley) que ha estado disminuyendo de manera drástica, a nivel global, la caída es cerca de un 33% desde el año 2000 al 2018. Además de la peor ley, los yacimientos tienden a ser más profundos y las demandas ambientales también tienden a ser mayores, lo que entre otras cosas, ha implicado que los costos (en su definición más amplia y relevante para el largo plazo que es el C3) por libra de cobre “fully allocated”, han subido desde el año 2010 cerca de un 30%6. Para el caso de Chile, que es el mayor productor y que posee cerca del 30% de las reservas mundiales, el elemento ambiental sería especialmente complejo: Actualmente, la localización geográfica de la minería cuprífera chilena presenta una gran concentración. En el Norte (Regiones I, II y III) está concentrada el 74% de la producción, pero esta situación se va a modificar en el futuro. El 50 % de los futuros recursos cupríferos se encuentra en la Zona Central (Regiones IV, V, R. M. y VI)7. Por ende, es posible adelantar que si la fuerte tendencia observada en el mundo con el fin de reconvertir las economías mediante mayor infraestructura y movilidad “verde”, se podrían requerir precios a largo plazo significativamente más altos para respaldar la inversión requerida para satisfacer la necesidad de una mayor demanda por cobre, lo que en principio, son muy buenas noticias para Chile. |
[1] Como ha destacado Patricio Meller, en el libro “La gran región minera: Chile y Perú” (e-book: U de Talca/Cieplan, 2020), existe una percepción negativa del cobre que ha estado influenciada por las hipótesis de Prebisch-Singer y Sach y Warner (1995),que tienden a basarse más en una observación de causalidad (más que una teoría) respecto de que el precio de commodities relativo al de bienes manufacturados tiende a caer en el mediano plazo perjudicando los términos de intercambio y crecimiento. [2] Informe de Finanzas Públicas, Ministerio de Hacienda, segundo trimestre 2019. [3] International Copper Study Goup, ICSG World Copper Factbook 2020. [4] Global Electric Vehicle Outlook 2020. Junio 2020. [5] Acuerdo de Paris es un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante. Fue adoptado por 196 Partes en la COP21 en París, el 12 de diciembre de 2015 y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. [6]Datos tomados de: “La encrucijada del negocio minero: Hacia una minería post-commodity”. Nelson Pizarro Artículo en libro: La gran región minera: Chile y Perú”. Chávez y Meller editores. Diciembre 2020. [7] Cobre Chileno: Productividad, Innovación y licencia social. Patricio Meller. Artículo en libro: La gran región minera: Chile y Perú”. Chávez y Meller editores. Diciembre 2020. |